HUMOR
NEGRO
Reconozco
que poseo un poco de humor negro.
Pero
cuando estás pasando por algunas situaciones determinadas este se exacerba.
En
terapia intensiva, cuando ya estaba consiente.
Aunque
más boludo que de costumbre.
Recuerdo
que podía mover la cabeza, me entretenía entonces mirando mi monitor.
Aparato
al que estas enchufado y marca la respiración, los latidos del corazón, presión
arterial y todo eso.
Miraba
el mío y me comparaba mirando al resto, a los monitores de mis compañeros de
sala.
Sobre
todo ponía atención en quien respiraba mejor, a quien le ganaba, jugaba
carreras con eso.
Cuando
la línea es gruesa más oxigeno entra a los pulmones, si esta es muy finita
estas en el horno.
La
muerte era algo cotidiano, todos los días alguno la quedaba.
Un
día a la señora que estaba en la cama frente a la mía se le detiene la marca
del monitor con el característico Piiiiiiii!
La
rodean el médico, las enfermeras y la desconectan.
Siempre
estaba la radio encendida, las enfermeras escuchaban radio Disney, en ese
momento cantaba Diego Torres.
-"Pintarse
la caraaa, color esperanzaaaa".
Yo
me reí de la situación, parecía una de Almodóvar, me reí por dentro porque las
fuerzas no me daban para más, pero me reí.
El
protocolo era esperar que entren los familiares a despedirse, después tapar con
una sábana al difunto y poner un biombo hasta que venga la camilla a llevarse
el cuerpo.
Te
cuento que la muerte es austera, la camilla es de lata, sin colchón, ni una
mantita tiene.
Otro
día le toco al hombre que estaba a mi costado izquierdo.
Cuando
vienen a llevarlo corren el biombo y este quedo junto a mi cama tapándome.
Tarde
un rato en darme cuenta, pero cuando lo hice no me gustó nada.
Trataba
de llamar a la enfermera, pero no tenía vos, producto de tantos días con
respirador.
El
tubo de este te afecta las cuerdas vocales.
No
sé cuánto tiempo estuve tapado por el biombo pero me pareció un montón.
Así
quede hasta que vino la enfermera a revisarme el suero y me di a entender por
señas.
La
enfermera con un humor más negro que el mío, o algo de profecía fallida,
sacándome el biombo me dijo. -"Perdona, este no es para voz"...
"Al menos todavía".
Me
quede desnudo, quietito, tapado con mi sabana y con los ojos cerrados.
Un
rato después comencé a jugar solito, una vez más, a la carrera de la
respiración.
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