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martes, 2 de junio de 2015

Humor negro pagina cuatro

HUMOR NEGRO 

 Reconozco que poseo un poco de humor negro.
Pero cuando estás pasando por algunas situaciones determinadas este se exacerba.
En terapia intensiva, cuando ya estaba consiente.
Aunque más boludo que de costumbre.
Recuerdo que podía mover la cabeza, me entretenía entonces mirando mi monitor.
Aparato al que estas enchufado y marca la respiración, los latidos del corazón, presión arterial y todo eso.
Miraba el mío y me comparaba mirando al resto, a los monitores de mis compañeros de sala.
Sobre todo ponía atención en quien respiraba mejor, a quien le ganaba, jugaba carreras con eso.
Cuando la línea es gruesa más oxigeno entra a los pulmones, si esta es muy finita estas en el horno.
La muerte era algo cotidiano, todos los días alguno la quedaba.
Un día a la señora que estaba en la cama frente a la mía se le detiene la marca del monitor con el característico Piiiiiiii!
La rodean el médico, las enfermeras y la desconectan.
Siempre estaba la radio encendida, las enfermeras escuchaban radio Disney, en ese momento cantaba Diego Torres.
-"Pintarse la caraaa, color esperanzaaaa".
Yo me reí de la situación, parecía una de Almodóvar, me reí por dentro porque las fuerzas no me daban para más, pero me reí.
El protocolo era esperar que entren los familiares a despedirse, después tapar con una sábana al difunto y poner un biombo hasta que venga la camilla a llevarse el cuerpo.
Te cuento que la muerte es austera, la camilla es de lata, sin colchón, ni una mantita tiene.
Otro día le toco al hombre que estaba a mi costado izquierdo.
Cuando vienen a llevarlo corren el biombo y este quedo junto a mi cama tapándome.
Tarde un rato en darme cuenta, pero cuando lo hice no me gustó nada.
Trataba de llamar a la enfermera, pero no tenía vos, producto de tantos días con respirador.
El tubo de este te afecta las cuerdas vocales.
No sé cuánto tiempo estuve tapado por el biombo pero me pareció un montón.
Así quede hasta que vino la enfermera a revisarme el suero y me di a entender por señas.
La enfermera con un humor más negro que el mío, o algo de profecía fallida, sacándome el biombo me dijo. -"Perdona, este no es para voz"... "Al menos todavía".
Me quede desnudo, quietito, tapado con mi sabana y con los ojos cerrados.
Un rato después comencé a jugar solito, una vez más, a la carrera de la respiración.
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