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sábado, 6 de junio de 2015

SOLIDARIDAD pagina seis

Solidaridad      

Pocas veces en mi vida experimente tanto compañerismo como en el neuropsiquiatrico, trato de escarbar en mi memoria pero no encuentro nada que lo supere.
Los cigarrillos eran escasos, un bien muy preciado, pero no eran de Pedro, ni de Gastón ni míos, de nadie en particular.
Los cigarrillos eran de todos.
Si había muchos se fumaba, cuando se estaban terminando se racionaban.
La comida era rica pero poca, te servían un solo plato y una manzana de postre, pero nada que sobrara a alguien volvía a la cocina.
Los que comían menos o ese día no tenían hambre lo repartían a los demás, rapidito sin que vieran las auxiliares que servían, si te pescaban era motivo para un reto, y siempre tenías miedo que vaya a tu historia clínica.
Hasta el caminar por los pasillos, de puro aburrimiento, no lo hacías solo, siempre tenías un amigo que caminaba a la par, muchas veces en silencio, cada uno con sus fantasmas.
Más de una vez éramos seis u ocho pies gastando las baldosas, caminando sin rumbo, los pasillos no te llevan a ninguna parte, es solo un ir y venir para matar el tiempo.
Molestaba un poco Gerardo, que todos los días y a cada momento repetía, - " Hoy es jueves, mañana día de visitas, visitas de varones", -"Hoy es jueves, mañana día de visitas, visitas de varones".
Aunque confundía más que molestaba, nos hacía perder y nadie sabía en qué día estaba, igual se lo perdonaba.
Eso sí, le pasaba lo del pastor mentiroso, cuando era jueves nadie le creía y al otro día nos sorprendía la visita.
Todavía conservo un termo que me regalo maxi y un par de remeras de otros compañeros, (ellos tendrán las mías).
Era costumbre intercambiar ropa el día que te daban el alta o un traslado, de esa manera podías seguir teniendo presente, ese compañerismo que te salva.

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