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jueves, 5 de noviembre de 2015

MANICOMIO SIN CHALECO

Entrada triunfal

Recuerdo como lloraba mientras esperaba la ambulancia que me trasladaría al psiquiátrico.
En el viaje ya no, por la ventanilla trasera podía ver el tránsito de la calle y esto me calmo.
Una vez llegado a destino tuve la consulta de admisión correspondiente, en un consultorio una psiquiatra, un familiar mío y yo sentados ante un escritorio, todo parecía desarrollarse por los carriles normales.
La doctora tuvo la mala idea de preguntarme cual era mi nombre, fue ahí que me largue a llorar a moco tendido, de tal manera que no podía contestarle, y me vinieron de repente esas ganas de orinar de forma urgente.
Cuando pude pronunciar alguna palabra fue que quería ir al baño, este por suerte se encontraba en la misma sala a un par de metros del escritorio donde estaba sentado.
De regreso, ya un poco más calmado la psiquiatra no pudo con su genio y arremetió preguntándome cuantos años tenía, nuevamente me largue a llorar desconsoladamente y con renovadas ganas de hacer pis incontrolables.
Solo pude pronunciar las palabras -quiero ir al baño.
El inodoro me calmo y regrese al escritorio.
-¿Dónde vive usted?
Pregunta que produjo otro llanto, sin moco pero tendido, una vez más al baño, sin poder responder siquiera una pregunta.
La indagatoria del porqué de mi llanto fue una de las que más lágrimas produjeron, como la iba a contestar si ni yo lo sabía, si había que llorar se lloraba y listo.
Juro que no eran en vano mis escapadas al sanitario, cada vez que iba, orinaba como si fuese la primera vez.
Así se fueron alternando, una pregunta, llanto, inodoro, una pregunta, llanto, inodoro, no sé qué cantidad de preguntas pille, pero fueron muchas.
Seguramente harta de mi incontinencia levanto el teléfono, llamo a una enfermera y dio la orden; habitación uno, revisar el bolso, una buena dosis de empastillada y a dormir toda la noche.
Al día siguiente me desperté  completamente tranquilo, muy contento diría, el lugar parecía mi casa, era como si hacía rato que viviese allí.
Así, sereno, pude sacar mis conclusiones, ¡ojo!, si sos de pillar mucho, ¡sonaste!, vas derecho al manicomio.