VICTOR
SUEIRO
Durante
los veinte días que estuve en estado de coma experimente muchas cosas.
No
es que no sentía nada, vivía en un mundo paralelo, un mundo de sueños.
De
la realidad solo percibí una cosa, era a Leandro, uno de mis hijos, que todos
los días me tomaba de la mano y me hablaba.
Me
decía que tenía que ponerme bien, que no tenía que estar ahí, que me quería.
Esto
era lo único que podía sentir, su mano tomando la mía, sin entender, pero
bastante nítidamente.
Me
recuerdo esforzándome para respirar, (cosa que solo lo hacía a través del
respirador), en esos momentos quería que mi hijo no sufriera.
Fuera
de esto, que era algo en contacto con la realidad, vivía un mundo de fantasía.
Nunca
me di cuenta que estaba en la cama de una clínica ni conectado al montón de
sondas y cables, mi mente paseaba por distintos lados y situaciones.
Charle
con amigos, participe en un tiroteo con las cámaras de Crónica TV presente que
me querían hacer un reportaje.
Presencie
una pelea de Pablo Echarri con Nancy Dupla en la puerta de la clínica, por
supuesto que yo no me veía internado, solo pasaba por allí.
Fui
en camioneta hasta Chacabuco, lugar en que perdí la ropa y volví completamente
desnudo.
Lo
de la perdida de ropa supongo debe ser porque en terapia te despojan de ella,
tal vez el motivo sea que a la vida venimos completamente desnudos y te
preparan para partir de igual manera, no le encuentro mucha explicación a esto
del nudismo hospitalario.
También
volé, en un momento siento que muero y volé con una capa inmensa parecida a la
del Principito, ¡hermoso volar!
Lamento
tal vez desilusionar al lector. Pero no, no paso ante mis ojos toda mi vida en
un segundo.
Mucho
menos vi la luz, ningún túnel de luz brillante, nada de nada, ni túnel, ni luz,
eso que en terapia siempre esta prendida.
Lamento
mucho contradecirte Víctor Sueiro, pero en mi mundo de esos días no existió ningún
túnel celestial lleno de luz brillante, ni familiares queridos ya muertos en
otros tiempos llamándome.
Todos
mis vuelos fueron de cabotaje.
Algunos
lindos como los que cuento, otros feos, muy feos, como ver bichos gigantes por
todos lados, o que las paredes se hagan redondas y se me vengan encima.
Pero
túnel celestial no.
¡Ah!.
¡Ahí
si te doy la razón Víctor!
Estoy
un tanto falto de práctica.
Yo
no me morí tantas veces.
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