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domingo, 31 de mayo de 2015

Víctor Sueiro, pagina tres

VICTOR SUEIRO   



Durante los veinte días que estuve en estado de coma experimente muchas cosas.
No es que no sentía nada, vivía en un mundo paralelo, un mundo de sueños.
De la realidad solo percibí una cosa, era a Leandro, uno de mis hijos, que todos los días me tomaba de la mano y me hablaba.
Me decía que tenía que ponerme bien, que no tenía que estar ahí, que me quería.
Esto era lo único que podía sentir, su mano tomando la mía, sin entender, pero bastante nítidamente.
Me recuerdo esforzándome para respirar, (cosa que solo lo hacía a través del respirador), en esos momentos quería que mi hijo no sufriera.
Fuera de esto, que era algo en contacto con la realidad, vivía un mundo de fantasía.
Nunca me di cuenta que estaba en la cama de una clínica ni conectado al montón de sondas y cables, mi mente paseaba por distintos lados y situaciones.
Charle con amigos, participe en un tiroteo con las cámaras de Crónica TV presente que me querían hacer un reportaje.
Presencie una pelea de Pablo Echarri con Nancy Dupla en la puerta de la clínica, por supuesto que yo no me veía internado, solo pasaba por allí.
Fui en camioneta hasta Chacabuco, lugar en que perdí la ropa y volví completamente desnudo.
Lo de la perdida de ropa supongo debe ser porque en terapia te despojan de ella, tal vez el motivo sea que a la vida venimos completamente desnudos y te preparan para partir de igual manera, no le encuentro mucha explicación a esto del nudismo hospitalario.
También volé, en un momento siento que muero y volé con una capa inmensa parecida a la del Principito, ¡hermoso volar!
Lamento tal vez desilusionar al lector. Pero no, no paso ante mis ojos toda mi vida en un segundo.
Mucho menos vi la luz, ningún túnel de luz brillante, nada de nada, ni túnel, ni luz, eso que en terapia siempre esta prendida.
Lamento mucho contradecirte Víctor Sueiro, pero en mi mundo de esos días no existió ningún túnel celestial lleno de luz brillante, ni familiares queridos ya muertos en otros tiempos llamándome.
Todos mis vuelos fueron de cabotaje.
Algunos lindos como los que cuento, otros feos, muy feos, como ver bichos gigantes por todos lados, o que las paredes se hagan redondas y se me vengan encima.
Pero túnel celestial no.
¡Ah!.
¡Ahí si te doy  la razón Víctor!
Estoy un tanto falto de práctica.
Yo no me morí tantas veces.




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