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martes, 30 de junio de 2015

BÁRBARA pagina diesciocho

Bárbara 

Tuve la suerte de estar becado en SUMA, un hospital de día modelo.
Bárbara tuvo la suerte de que su padre lo pueda pagar.
Como es conocido, los pacientes del Borda o el Moyano siempre piden cigarrillos, acá no.
Salvo Bárbara, que no se va a andar fijando en eso de la jerarquía de las instituciones.
Muchas veces pide uno y al momento otro, antes de fumar el primero.
Generalmente los pide con una mirada fija, penetrante, y un notorio nerviosismo.
Desde que cayó de la terraza del tercer piso, sin saber cómo llego, ni que hacia allí, le molestan muchísimo los dientes, todo el tiempo, desde ya hace un par de años.
¡Como para no estar nerviosa la pobre!
Le puedo asegurar que detrás de esa mirada penetrante y ese nerviosismo.
Hay un ser hasta frágil de tanta ternura.
Si en una de esas la cruza por la calle, no se asuste, ni se fije en esas pequeñeces.
Solo convídele un cigarrillo.


lunes, 29 de junio de 2015

JUEVES DE ANTAÑO pagina diescisiete

Jueves de Antaño        

El tiempo me separa,
de los jueves con la barra.
En la esquina del Francés,
matizando con ginebra,
largas charlas de café.

 Al fondo nos arman la mesa,
para poder fumar.
Privilegio que uno tiene,
por venir todos los jueves,
siempre al mismo lugar.

 Corrían temas de cine,
con su gusto cada uno.
Cae de maduro,
el preferido del Tano,
el neorrealismo Italiano.

 Para cultura de todos,
clásicos la mesa aportaba.
Alicia siempre contaba,
el sombrerero de Deep
la deslumbraba.

 Mozo, sirva otra copa volando,
que la parla va rumbeando
pal chimento farandulero.
Caen Moría, la Legrand
y Leo Montero.

 Hasta que se ortivo mi psiquiatra.
Muy seria dio la orden
y del jueves dijo ¡basta!
Por tomar tantas pastillas,
igualito a un astronauta.

Ahora pinta el cacao,
en la mesa de mi casa.
Caliente humea mi taza.
Caliente mi taza azul,
la de pintitas y rayas.

 Lo dispuso la doctora,
se lo dijo a mi familia.
Hago caso y no me quejo.
El cacao no será añejo,
pero con azúcar zafa.

 La ginebra pasó de moda,
comenzó la nueva ola.
Ahora me quedo en casa.
Caliente humea la leche.
Caliente en la misma taza.

 Es de varón comprender,
cuando uno no se halla.
Yo elijo la de siempre.
Siempre mi taza azul,
la de pintita y rayas.




viernes, 26 de junio de 2015

COLECTIVERO BUCHON pagina diesciseis

Colectivero Buchón     

Tengo un vecino que se la pasa barriendo el cordón de la vereda, no frente a su casa, ya que no tiene, duerme donde puede.
Barre las calles de todo el barrio.
Con un escobillón improvisado va y viene arrastrando el agua sucia que se junta en la calle.
Puteando y amenazando con el palo del escobillón a los autos y saludando a todo aquel que pase caminando.
Varias veces lo encontré en la parada, con anteojos negros y un palo de escoba pintado de blanco.
Cuando toma el colectivo el chofer le dice, -“suba, suba" y quien este en el primer asiento se para cediéndoselo, (un capo mi vecino).
El otro día subo yo y muestro mi pase como siempre.
Esta vez el chofer que me tocó en suerte, con notoria ofuscación en su rostro, me lo pide y lo observa detenidamente.
Lee todos los datos.
Como un sabueso fiel defendiendo a su patrón, mira la foto y me mira, mira la foto y vuelve a mirarme, así repetidas veces.
Cuando ya no tiene nada por hacer, convencido que el retrato me corresponde, me devuelve el pase y me deja subir.
¡Claro!, no portaba yo bastón blanco, ni silla de ruedas, ni muletas, ni una simple renqueada siquiera.
Ninguna cosa a ojos vista que  justifique mi discapacidad.
Señor chofer de la línea 318, ¿porque cree usted que tengo que andar por la vida, mostrando a todos mi enfermedad?
A esta la llevo escondidita y es mi derecho de hacerlo.
Le informo que somos miles los locos con carnet, de los cuales el 90 % no presentamos nada notorio a simple vista.
Si usted quedase más tranquilo, avíseme, yo no tengo problemas, aunque sea me despeino y babeo un poquito para la próxima.





miércoles, 24 de junio de 2015

FELIZ CUMPLEAÑOS pagina quince

Feliz cumpleaños  

No recuerdo con exactitud la fecha, pero pronto se van a cumplir dos años que estoy en el hospital de día.
Pude ver empezar a muchos compañeros, tal vez sea lo más enriquecedor de esta etapa, ya que somos unos el espejo del otro.
Casi todos comienzan igual, la vista un poco perdida, tímidos, callados.
Me dijeron que yo era igual, lo que pude notar es que en la mayoría de los casos lo que aflige es no tener una vida, o creer que es así.
No poder trabajar, no tener una relación afectiva, no poder insertarse en la sociedad.
Solo tener psicólogos y psiquiatras, tiempo perdido, nada más, así se lo ve.
Esto si recuerdo que lo sentía, pero en algún momento comencé a comprender que mi tarea, la más importante, era poner toda mi energía en mi recuperación, solo así, quizás, pueda venir lo demás.
Este es un gran paso, ahí comienzas a avanzar, este es siempre el consejo que les doy a mis compañeros nuevos, que de paso son todos buena gente.
Yo creo que los hijos de puta no se tratan, nunca reconocen que están mal de la cabeza.
Si estas comenzando un tratamiento psiquiátrico cualquiera sea tu padecimiento, estas palabras podrían ayudarte, al menos es mi intención.
Estaba re chapita y al parecer estoy a un par de meses de mi alta en el hospital, claro, esta es siempre transitoria, en algún momento se puede volver a caer.
¿Quién no?, el que este libre que tire el primer chaleco.
Lo que no me corrigieron es mi boludismo crónico, si recién comenzas un tratamiento no podrías leer esto, por falta de concentración e interés.
En este momento navegas por un mar un tanto más oscuro, no creas que tanto, te asusta un poco la locura, aún falta tiempo para amigarte con ella.
Es muy poco lo que nos separa de los cuerdos, o dicho de otra manera, tal como están las cosas estos están con un pie en nuestro bando.
Cuando para ir al hospital hago el trasbordo del tren al subte puedo ver a muchos con la solicitud bajo el brazo, entre empujón y empujón extraño un poco la locura mansa de mi hospital.
Pienso para que mierda tanto apuro de insertarse en la sociedad.
Bueno, tal vez estas palabras no te lleguen a vos, pero quizás si a un familiar tuyo y al menos sirva para que pueda comprenderte mejor.
De no ser así, no es en vano mi tarea, escribirlo es una buena manera de fijar el conocimiento adquirido.



lunes, 22 de junio de 2015

PASE1 PASE 2 pagina catorce

Pase 1           

No sé, que cantidad de trabajos tuve, ¡muchísimos!, infinidad.
Tenía la necesidad de cambiar constantemente.
Me aburría, el record, de cadete en una oficina, tres horas de trabajo y me fui presentando la renuncia correspondiente ante la mirada atónita de mi jefe.
Creo que hice de todo en mi vida, fui albañil, jardinero, playero en estación de servicios, telefonista, vendedor ambulante, tornero, almacenero, lazarillo de un ciego, recepcionista, techista, animador de fiestas.
Pasando por metalúrgico, repostero, ferroviario: ¡que lastima!, hubiese sido rey de basto o polizón y tendría un tango propio.
En síntesis el único trabajo que nunca hice fue ser constante.
Hasta que mi psiquiatra soluciono todo de un plumazo.
Me galardonaron con un certificado de discapacidad.
El cual de puro presumido muestro a todo colectivero y de paso no pago el boleto.

Pase 2           

Con mi pase ahorro veinte pesos por día en transporte.
Esto da que de lunes a viernes, (días en que yo viajo), mi ahorro es de cien pesos.
En un mes el monto es de cuatrocientos cuarenta pesos.
En un año cinco mil doscientos ochenta.
Suponiendo que viviera treinta y cinco años más, (sería una edad promedio), esta suma ascendería a ciento ochenta y cuatro mil ochocientos pesos.
Con una lata grande que encontré me hice una alcancía, "al pedo", ya que al no disponer de dinero no es que yo ahorro cuando viajo, simplemente no pago el boleto.
Señor empleado público que me hablo de las bondades de mi ahorro cuando me extendió dicho pase, quiero decirle que sus palabras no fueron ciertas.
A mis hijos, la herencia de treinta y seis mil dólares que prometí dejarles, quiero avisarles, temo no va a ser posible.





sábado, 20 de junio de 2015

GABRIEL pagina trece

Gabriel

Gabriel sabe cómo nadie de Blues.
Conoce todas las bandas, el nombre de sus integrantes, del guitarrista, del batero, la fecha en que grabaron cada disco.
No solo la teoría es el fuerte de su conocimiento, demás toca la guitarra y canta que es un placer escucharlo.
Su obsesión es tener una compañera.
A cada mujer que conoce o cruza por la calle le pregunta respetuosamente.
-“No querés ser mi novia”.
Muchas lo miran indiferentes.
Otras dan vuelta la cara en señal de desagrado.
Las más inteligentes le hacen un mimo en el alma.
_”Sos un dulce, pero ya tengo novio, puedo ser tu amiga”.
_”Amigas, amigas, estoy podrido de amigas, soy como Roberto Carlos, tengo un millón de amigas,  yo quiero una novia”.
Se queja Gabriel en la terapia de grupo.
Petizo, gordo, de rostro poco agraciado, no puede controlar su saliva a causa de la medicación, y encima de todo esquizofrenia, coctel fatal contra el amor.
Él no se da por vencido, nunca, jamás, Gabriel es muy perseverante y a todas seguirá preguntando.
-“No querés ser mi novia”.
Cuando camina por la calle escucha voces que lo llaman, lo saludan.
-“Hey, Rodrigo”, -“hola Rodrigo”, -“como andas Rodrigo”.
Cree que lo confunden con el cantante de cuarteto.
A todos pregunta si se parece a él.
Como tarea de terapia tiene que mirarse al espejo durante cinco minutos tres veces al día, mientras se toca el rostro para reconocerse.
En su imaginación su parecido es al "Potro Rodrigo", ni a Cafrune, ni a Horacio Guaraní, ¡Al Potro!
Parecido ideal para su objetivo de conseguir novia.
Esto demuestra que la esquizofrenia tiene un sin número de desventajas, lo que no tiene es un gramo de boluda.



jueves, 18 de junio de 2015

AFICHES página doce

Afiches   

El martes en musicoterapia escuchamos al polaco Goyeneche cantando el tango Afiches.
Hoy a las 17 horas cuando estoy viajando hacia mi casa, tengo una visión.  
¡No!, no es una alucinación producto de mi mente, ¡no!
Es una verdadera visión.
Yo que siempre fui tan ateo, esta vez delante de mí tengo una revelación.
Una revelación clara y contundente.
No deja lugar a dudas.
Fue al tomar el subte, la visión me aparece por todos lados.
Un mensaje divino que al fin nos trae la solución.
¡Tengo que volver corriendo al hospital!
Es urgente e imprescindible comunicarles a todos mis compañeros donde está la salida.
Años de tratamiento, buscando y buscando.
De repente tengo ante mis ojos la respuesta.
Esta visión que no me permite ver las paredes del subte, lo inunda todo.

Coca-Cola PUNTO FROZEN. ¡DESTAPA FELICIDAD!

Tediosos e interminables tratamientos con psicólogos y psiquiatras.
Todo al pedo. ¡He aquí la respuesta!
¡LA FELICIDAD SE COMPRA ENVASADA!

Cruel en el cartel,
la propaganda manda cruel en el cartel.
Y en el fetiche de un afiche de papel.
Se vende la ilusión, se rifa el corazón.

Y apareces tú.
Vendiendo el último jirón de juventud,
cargándome otra vez la cruz.
Cruel en el cartel.
Te ríes corazón...
Dan ganas de balearse en un rincón.....




martes, 16 de junio de 2015

EL AMOR pagina once

El amor     

El amor no es siempre igual.
Se transita distinto según las circunstancias, lugares y tiempos en que toca vivirlo.
No es igual el amor en Suecia que en la villa 31, (supongo).
No sería igual el amor en época del bienestar europeo que en momentos de crisis, donde se pierde la casa y el trabajo.
Me pregunto...
¿Cómo sería el amor en un campo de concentración?
¿Cómo será en la esclavitud, que todavía existe?
¿Cómo es amar en tiempo de paz y como es en tiempo de guerra?
¿Cómo fue amar en el Mayo Francés?
En el loquero el amor es un sostén mutuo, casi adolecente, robando un beso a la escondida entre las rejas que separan los pabellones, que no te agarre la enfermera ni la cámara de seguridad.
Amar no está permitido en el neuropsiquiatrico.
En el afuera es distinto, por ejemplo en el hospital de día es motivo para plantearlo en terapia de grupo, alegría de los compañeros y muestras de que el amor también sana.
No me estoy refiriendo al amor que puede oler a patas, que amanece con mal aliento, que hay momentos de que tenes ganas de estar solo aunque sea un rato, ¡no!..
Hablo de la primera etapa, que no siempre avanza más allá, hablo del enamoramiento.
De ese momento que no podes dejar de pensar en el otro, que todo es perfecto.
El momento que la lívido se va hasta las nubes y se alborotan las neuronas.
Mencione el amor en el hospital de día y como sana, me detengo un ratito en esto.
Momento muy difícil para el amor este, motivo de angustia de casi todos, sentís que la falta de amor y de trabajo te separa de la normalidad.
Te levantas, pasas el día en terapia, regresas y te dormís antes de las diez, sin contar que estas enfrascado en tu dolencia… y en el pastillero.
Si logras conocer a alguien en estas circunstancias sos Mandraque el mago...
Y no hay magia saliendo de una crisis psiquiátrica.
Los casos que conocí fueron entre pares, ósea entre compañeros de hospital.
Ese es un antes y un después, cambia completamente el paciente, el dolor se va retirando derrotado, la sonrisa se adueña de la boca.
La mente reconfortada comienza a ver todo distinto, todo mejor, comienza a verse una salida.
Lorazepam, Risperidona, Quetiapina, Halopidol, Clonazepan, Litio... y el amor.
Propongo a la ciencia se lo incorpore al vademécum,
¿Hay psicofármaco mejor?




domingo, 14 de junio de 2015

MI AMIGO MARTIN pagina diez

Mi amigo Martin   

 Te acordas de aquellos momentos cuando te esforzabas para enseñarme a hablar menos.
Me hinchabas con que hablaba tanto para tapar lo que no quería decir.
Tanto esfuerzo y al final soy un chusma contándole todo a mi psicóloga.
Si tuve muchas pilas en la semana, si hable mucho, anota maniaco.
Si estuve callado, si la semana paso mustia, anota depresivo.
¿Mira si le cuento que hablo con vos?
Mira si le digo que seguimos caminando por el Francés, hablando de la vida y el suicidio.
Vos sí que te saliste con la tuya, jodiste, jodiste, hasta que lo lograste.
¡Si te hubiese podido parar!.., quisiera que no hubiese ocurrido jamás.
¿Te acordas aquella vez, cuando ahorramos quince días para comer un choripán de sentado en la parrillita de la esquina del casino?
Estábamos muy cómodos, en una mesa al sol charlando tan bien.
Hasta que vinieron dos pibitos a pedir comida y se fueron masticando nuestro ahorro.
Volviendo a mi psicóloga.
Mira si le cuento que seguimos charlando, mira si le cuento y dice que sos una mala influencia para mí.
¡Eso no lo voy a permitir!
Mejor por las dudas no le cuento nada.
Ves, estoy aprendiendo a mantener la boca cerrada cuando me conviene.
Sigamos caminando, que mi historia clínica se va poniendo gorda de manías y depresiones.
Sigamos charlando que yo no cuento nada, a ver si esta vez le agrega psicótico, lo único que me falta.
A ver si se le da por volver a internarme unos días y esta vez me toca el Borda.
Dicen que ahí hay unos enfermeros raros.
Cuentan que en vez de Halopidol te dan palos cada seis horas.
Mira si todavía a los golpes nos separan.
¡Que pasa?, te estoy escuchando cada vez más bajo.
¡Dale!, sigamos charlando, no vez boludo que te extraño.


viernes, 12 de junio de 2015

LA MOTO DE MI ABUELO pagina nueve

La moto de mi abuelo

Mi abuelo Pepo era todo un personaje.
Hombre de campo, nacido en Vela, Provincia de Buenos Aires.
De grande vino a vivir a Burzaco, a quince cuadras de mi casa materna.
Tenía una bicicleta, muy prolija, bien pintada, limpita, siempre de punta en blanco como decía mi mama.
El venía a visitarnos en ella.
Como en esa época las calles eran de tierra, venia caminando con su bicicleta al hombro para no ensuciarla.
Aunque la llevara a cuestas, el salía igual con su vehículo para todos lados.
Un día se compró una moto, una Gilera 200.
En una camioneta de la concesionaria la trajeron, roja y negra, brillante, hermosa.
Ese día nos juntamos todos en su casa, por dicho acontecimiento mi tía Chunga amaso empanadas a modo de festejo. ¡El abuelo Pepo iba a andar en moto!
-"Acá no hay nada que festejar, esto puede terminar en una desgracia, el viejo ya va a cumplir setenta y tres”.
Dijo el pájaro de mal agüero de mi tío Checa.
Mi tía Elvira que era jugadora empedernida, salió corriendo a la casa del quinielero a jugarle al 17, (la desgracia), y por las dudas al 18 (la sangre). 
El hombre de la concesionaria le enseño como encenderla, a poner los cambios, como acelerar, como frenar y se fue.
Mi abuelo que no tenía un pelo de tonto, solo la particularidad de ser un hombre de campo,  aprendió rápido el teórico, el problema fue cuando paso al práctico.
Ansiosos todos en la vereda mirando cómo iba a manejar.
La llevo empujando al medio de la calle, la encendió a la primera patada con mucha seguridad.
Se subió, puso primera y acelero a fondo.
¡Para que!
La moto subió la rueda delantera y salió disparada.
Mi abuelo cayó de espaldas, quedando desparramado en el suelo.
-"Hay dios mío, dios mío", gritaba la Chunga.
Todos corrimos junto a mi abuelo, menos mi tía Elvira, que salió corriendo a lo del quinielero para jugarle al 56, (la caída).
Mi abuelo se levantó como si nada, a las puteadas, agarro la moto y la ato a un árbol.
Nosotros no decíamos esta boca es mía para que no engranase más, era bravísimo el Vasco.
Fue hasta la casa de un vecino a media cuadra y entro.
Al rato salió con el negro Blacky, hijo del vecino, un muchacho de unos veinte años.
Lo trajo hasta la moto y ahí le dijo: -“Llévela pá domarla mi’Jo, tráigala cuando este bien mansita”.
Es así que, el negro Blacky se paseaba con la Gilera roja y negra, flamante, por todos lados.



miércoles, 10 de junio de 2015

HOSPITAL DE DÍA pagina ocho

Hospital de Día     

Muchas veces me preguntaron que es un hospital de día.
Tal vez nunca haya contestado correctamente.
Valla aquí una definición lo más acabada y científica posible.

Hospital de día:
                         Lugar donde se concurre cuando no tenes los patitos en fila, durante el día, como el nombre lo dice.
Este sitio se encuentra atiborrado de psicólogos y psiquiatras, una especie de seres humanos del cual te encariñas pronto.
Se tienen distintas actividades con terapeutas especializados en cada tema.
Arte, musicoterapia, literatura, teatro, terapia ocupacional y otras tareas, además de la terapia de grupo tradicional, donde nos juntamos los locos y lloramos nuestras penas, tratando de consolarnos los unos a los otros.
En esos momentos vos no lo notas, pero los psicólogos se convierten en una especie de espías de la KGB, que aprovechando la conmoción generalizada intentan hurguetearte los pensamientos.
El resto de las actividades te relajan, te permiten jugar libremente, bajar la guardia e interactuar con tus compañeros.
Siempre tratando que no se mesclen los patitos de unos con los de otros, para que la cosa no se desmadre.
Mientras te agarran desprevenido, una patota de psicólogos y psiquiatras te fichan el comportamiento.
Observándote cual chusma de barrio, deducen si estas más adentro que afuera o más afueran que adentro.
En caso que la observación diera el primer resultado, ósea más adentro que afuera.
Luego de anotarlo en la historia clínica.
Psicólogos por delante, psiquiatras por detrás, enfermeros por el costado izquierdo, terapeutas por el derecho, así, rodeándote cual pastores experimentados, tratan de arriarte los patitos, intentando ordenarlos de la mejor manera posible, con resultados inciertos.


Con mucho cariño a esos otros locos lindos, todo el personal del hospital SUMA que me trataron tan bien.


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lunes, 8 de junio de 2015

TEMOR MUTUO CHARLA MUTUA pagina siete

 Temor Mutuo

El loco tiene miedo del cuerdo.
El cuerdo tiene miedo del loco.
El loco teme al no saber que ve en él,
esa mirada escurridiza del cuerdo.
El cuerdo teme al no saber,
que el loco le tiene miedo.


Charla Mutua

Si el loco hablase con el cuerdo.
Si el cuerdo hablase con el loco.
El loco tal vez podría sentir,
un poco menos densa su soledad.
El cuerdo tal vez podría aprender,
la locura es casi igual a la normalidad.



sábado, 6 de junio de 2015

SOLIDARIDAD pagina seis

Solidaridad      

Pocas veces en mi vida experimente tanto compañerismo como en el neuropsiquiatrico, trato de escarbar en mi memoria pero no encuentro nada que lo supere.
Los cigarrillos eran escasos, un bien muy preciado, pero no eran de Pedro, ni de Gastón ni míos, de nadie en particular.
Los cigarrillos eran de todos.
Si había muchos se fumaba, cuando se estaban terminando se racionaban.
La comida era rica pero poca, te servían un solo plato y una manzana de postre, pero nada que sobrara a alguien volvía a la cocina.
Los que comían menos o ese día no tenían hambre lo repartían a los demás, rapidito sin que vieran las auxiliares que servían, si te pescaban era motivo para un reto, y siempre tenías miedo que vaya a tu historia clínica.
Hasta el caminar por los pasillos, de puro aburrimiento, no lo hacías solo, siempre tenías un amigo que caminaba a la par, muchas veces en silencio, cada uno con sus fantasmas.
Más de una vez éramos seis u ocho pies gastando las baldosas, caminando sin rumbo, los pasillos no te llevan a ninguna parte, es solo un ir y venir para matar el tiempo.
Molestaba un poco Gerardo, que todos los días y a cada momento repetía, - " Hoy es jueves, mañana día de visitas, visitas de varones", -"Hoy es jueves, mañana día de visitas, visitas de varones".
Aunque confundía más que molestaba, nos hacía perder y nadie sabía en qué día estaba, igual se lo perdonaba.
Eso sí, le pasaba lo del pastor mentiroso, cuando era jueves nadie le creía y al otro día nos sorprendía la visita.
Todavía conservo un termo que me regalo maxi y un par de remeras de otros compañeros, (ellos tendrán las mías).
Era costumbre intercambiar ropa el día que te daban el alta o un traslado, de esa manera podías seguir teniendo presente, ese compañerismo que te salva.

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jueves, 4 de junio de 2015

ACONTECIMIENTO FAMILIAR, pagina cinco

ACONTECIMIENTO FAMILIAR

Hace algunos años tuvimos un gran acontecimiento familiar, ocurrió en Vela, pueblito de dos mil habitantes del centro de la provincia de Buenos Aires, cercano a Tandil, lugar de nacimiento de mi mama.
Mi tía Clementina, (en realidad tía abuela), cumplía 102 años.
En un Ford Farlain y un Peugeot 404 fuimos toda la parentela desde Buenos Aires.
Una vez allá, mi tía Chunga se encargó de hacer la torta.
Era un momento muy especial, no solo por la longevidad de mi tía, sino por estar a punto de batir un record en el pueblo.
El año anterior antes de morir, Maruca Aranaga, la más anciana, había soplado 101 velitas.
Mi tía Clementina llegaría a soplar 102.
Fue un gran festejo, cenamos puchero de gallina, matizado con las ocurrencias de mi tío Echandy.
A la hora de cortar la torta, con gran entusiasmo cantamos el feliz cumpleaños.
Al momento de las velitas la tía tomo aire, se llenó los pulmones, pero no lo largaba.
-"Sople tía, sople", grito mi primo Julio.
Pero la tía nunca soplo, puso los ojos en blanco y cayó de espaldas al piso.
Gran revuelo en un primer momento alrededor de mi tía muerta, pero hubo que tranquilizarse para organizar el sepelio.
Justo habían inaugurado una sala velatoria nueva del otro lado de las vías.
Antes había una sola frente a la plaza.
En la nueva quiso velarla mi tío Echandy.
Decía que era muy moderna, que tenía en la fachada un letrero luminoso.
Este no era más que un cartel de chapa que rezaba “Cochería Arana”, iluminado con un simple reflector.
Él siempre se impresionaba con la modernidad, a su viejo televisor en blanco y negro, le había pegado frente a la pantalla un celofán rojo, y decía que veía televisión a color.
Durante el velorio se decidió cremar el cuerpo.
Esto a propuesta de los parientes de Buenos Aires, en Vela era algo novedoso, tan novedoso que no existía crematorio en el pueblo.
No quedó más remedio que meterla en el horno de barro.
Mi tío Checa fue el encargado de confeccionar la urna para poner las cenizas.
No era carpintero, pero si el que se daba maña en la familia.
El tema es que a la urna le quedo una rendija en un borde, por la cual mi tía Clementina se escapaba a cada rato.
Esto se resolvió metiendola en una bolsita de Carrefour, y la colocamos dentro del ropero de la que fuera su habitación.
Nosotros, sin más que hacer en el pueblo, emprendimos la vuelta a Buenos Aires.
Todos callados en el viaje de regreso, masticando bronca, con el sabor amargo de haber quedado a tan solo un soplido, de batir un record en Vela.


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martes, 2 de junio de 2015

Humor negro pagina cuatro

HUMOR NEGRO 

 Reconozco que poseo un poco de humor negro.
Pero cuando estás pasando por algunas situaciones determinadas este se exacerba.
En terapia intensiva, cuando ya estaba consiente.
Aunque más boludo que de costumbre.
Recuerdo que podía mover la cabeza, me entretenía entonces mirando mi monitor.
Aparato al que estas enchufado y marca la respiración, los latidos del corazón, presión arterial y todo eso.
Miraba el mío y me comparaba mirando al resto, a los monitores de mis compañeros de sala.
Sobre todo ponía atención en quien respiraba mejor, a quien le ganaba, jugaba carreras con eso.
Cuando la línea es gruesa más oxigeno entra a los pulmones, si esta es muy finita estas en el horno.
La muerte era algo cotidiano, todos los días alguno la quedaba.
Un día a la señora que estaba en la cama frente a la mía se le detiene la marca del monitor con el característico Piiiiiiii!
La rodean el médico, las enfermeras y la desconectan.
Siempre estaba la radio encendida, las enfermeras escuchaban radio Disney, en ese momento cantaba Diego Torres.
-"Pintarse la caraaa, color esperanzaaaa".
Yo me reí de la situación, parecía una de Almodóvar, me reí por dentro porque las fuerzas no me daban para más, pero me reí.
El protocolo era esperar que entren los familiares a despedirse, después tapar con una sábana al difunto y poner un biombo hasta que venga la camilla a llevarse el cuerpo.
Te cuento que la muerte es austera, la camilla es de lata, sin colchón, ni una mantita tiene.
Otro día le toco al hombre que estaba a mi costado izquierdo.
Cuando vienen a llevarlo corren el biombo y este quedo junto a mi cama tapándome.
Tarde un rato en darme cuenta, pero cuando lo hice no me gustó nada.
Trataba de llamar a la enfermera, pero no tenía vos, producto de tantos días con respirador.
El tubo de este te afecta las cuerdas vocales.
No sé cuánto tiempo estuve tapado por el biombo pero me pareció un montón.
Así quede hasta que vino la enfermera a revisarme el suero y me di a entender por señas.
La enfermera con un humor más negro que el mío, o algo de profecía fallida, sacándome el biombo me dijo. -"Perdona, este no es para voz"... "Al menos todavía".
Me quede desnudo, quietito, tapado con mi sabana y con los ojos cerrados.
Un rato después comencé a jugar solito, una vez más, a la carrera de la respiración.
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