Matemáticas
No
sé en qué momento comenzó, pero tengo una manía, entre otras, la manía de
contar.
Esto
ocurre inconscientemente varias veces al día.
Les
puedo decir que el tren Roca entre las estaciones de Adrogué y Plaza
Constitución tarda tres minutos por estación.
Esto
lo tengo comprobado fehacientemente, ya que llego a contar hasta 180 a ritmo de
segundero entre una parada y la otra.
Salvo
de Hipólito Irigoyen a Constitución que tarda cinco minutos, allí la cuenta
asciende a trescientos.
El
subte de Buenos Aires tarda un minuto y medio.
Lo
sé con el mismo método, la cuenta siempre llega a noventa.
Desde
mi casa hasta la panadería hay 162 pasos, este dato es completamente
irrelevante pero igual lo tengo incorporado.
Esto
me brota a pesar mío, sin quererlo, de tal modo es inconsciente que la cuenta
muchas veces es desprolija, llego a una determinada cifra y comienzo otra vez
desde cero.
Así
se transforma en el cuento de nunca acabar, además queda invalidada la manía
para darle cualquier utilidad práctica.
A
modo de ejemplo: en mi casa descarozo aceitunas, las cuales luego relleno y las
coloco en frascos para vender.
Aceitunas
que siempre son contadas mientras las despojo de su carozo.
Sé
a ciencia cierta que cada frasco contiene treinta y ocho.
Aquí
mi manía podría tener la utilidad de conocer de antemano cual va a ser mi
producción.
Pero
no. Como dije cuento sin pensarlo y desprolijamente.
Por
lo tanto llego a veinticinco, (por dar un ejemplo) y comienzo desde cero, llego
a treinta y tres y comienzo de cero, luego a setenta y ocho y vuelta a
comenzar.
De
esta manera nunca se cuántas aceitunas tengo.
Cuando
las envaso siempre es una sorpresa la cantidad de frascos llenados.
Ósea,
totalmente al pedo mí cuenta.
Algunas
veces se agiganta mi ego y me cuelgo pensando, -“tal vez en una vida anterior
fui un matemático prestigioso”.
Luego,
observo mi frasquito de aceitunas, y me convenzo.
¡No!...
solo soy, un loco que cuenta.
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