Los
Recuerdos
Uno
revive las historias de su vida cuando las cuenta.
Incluso
las distintas narraciones de un hecho van cambiando,
transformándose
a medida que uno las cuenta una y otra vez.
Van
cambiando detalles, sensaciones, sentimientos.
Historias
no tan agradables pueden transformarse en algo risueño.
Así
también cosas que en su momento fueron buenas ahora puede parecernos no tanto.
Las
historias toman mucho de nuestro estado de anímico al momento de contarlas.
A
alguien a quien castigaron físicamente en su niñez, puede unas veces contarlo
en una rueda de amigos como anécdota graciosa, -¡ZA! Esa vez que hice tal cosa
y mi vieja me fajo. O en otra circunstancia decirlo con dramatismo.
A
propósito de los recuerdos, me viene a la memoria mi viaje a Bariloche de hace
ya muchos años.
De
los que alguna vez pudieron viajar al sur, aparte de los paisajes que quedan
como pegados en las retinas, recordaran algunas anécdotas.
Seguramente
muchos recuerden haber comido frutillas silvestres en su paso por Bariloche o
El Bolsón.
En
este caso el pesimista recuerda las frutillas más ácidas que comió en su vida.
El
indiferente que comió unas cositas rojas casi sin gusto.
El
optimista las frutillas más dulces que jamás haya probado.
El maníaco depresivo, las dulces, las ácidas, las dulces, las ácidas, las dulces,
las ácidas...
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