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miércoles, 9 de septiembre de 2015

LA NAVIDAD pagina 47

La Navidad

Un veinte de diciembre se le ocurrió a mi tío Checa sorprendernos para navidad.
Íbamos a reunirnos toda la familia en casa de mi tía Elvira, en Burzaco.
A él se le ocurrió disfrazarse de Papa Noel.
Mi tío Checa es petizo pero doble pechuga, por lo tanto no consiguió traje de alquiler que le entrara.
Mi tía Chunga hacia unas empanadas riquísimas que eran su perdición, no podía parar de comerlas.
A tal punto que parecía verse su cintura con forma de repulgue.
Entre mi tía y mi madre con un mantel viejo de tela roja, le confeccionaron en tiempo record el disfraz.
El veinticuatro a la noche, al no tener chimenea para una entrada triunfal, quiso entrar por la ventana de la cocina.
Apago las luces del patio para que la sorpresa fuese mayor y comenzó a meterse.
Esta era una abertura chica y tuvo tanta desgracia que paso la mitad y se atoro.
Quedo con las piernas en el aire, atrapado por la panza, por más que pataleaba no podía zafarse, en lugar de eso se atascaba cada vez más.
Como su cuerpo ocupaba toda la ventana no dejaba ver para el otro lado.
Sin saberlo mi tía Elvira tiraba de los pies hacia afuera, al mismo tiempo mi tío Alberto de los brazos hacia adentro.
A Checa se le sacudía la gran barba blanca de tanto gritar.
Al darse cuenta de lo que estaba pasando, dejaron de tirar y se comenzó a pensar en una estrategia para sacarlo.
Pensar se pensaba, pero mi familia siempre fue de pocas ideas útiles.
Mi tía Ofelia opino dejarlo sin comer un par de meses, así de este modo adelgazaba y salía solo.
Mi mama indignada dijo que era inhumano, que no se lo podía tener sin comer, que había que darle poquito, aunque llevase más tiempo la dieta.
A mi tía Chunga se le ocurrió untarlo con la grasa de cerdo, con la cual freía las empanadas, que por suerte ya estaba fría.
Se pudo engrasar la parte de la panza que se veía desde adentro y las nalgas que sobresalían de afuera.
La grasa no penetro entre mi tío y el marco de la ventana, así que resulto peor el remedio que la enfermedad.
El gordo quedo no solo atascado sino también patinoso.
-"Déjenlo que se lo lleven las hormigas por pelotudo", grito mi abuelo Pepo desde la mesa, donde estaba sentado con un vaso de vino tinto en la mano.
A las cuatro horas llegaron los bomberos pero no pudieron hacer nada, a esa altura mi tío ya había hecho sopapa.
Después de varios intentos fallidos por sacarlo pidieron ayuda a defensa civil, los cuales llegaron media hora después.
Mientras mi Tía chunga aprovechaba para seguir untándolo con grasa.
Con martillo y cortafierros rompieron la pared, arrancaron el marco de la ventana con Checa incluido.
-"No se rían de la desgracia ajena", decía mi mama.
Con mis primos no podíamos más de la risa, de ver como se lo llevaban con sus patitas cortas y el marco en la cintura como si fuese un tutu, parecía una patota de bailarinas.
Intentaron subirlo a la ambulancia pero no pasaba por la puerta.
Mi tía Chunga salió a los gritos, -“Déjenme a mí, déjenme a mí”.
Traía en la mano la olla de grasa, con la intención de untar la puerta de la ambulancia.
El jefe de bomberos le dijo muy seriamente, -“Por favor señora, déjese de joder”.
En el rastrojero sin techo del vecino que era dueño de una granja lo subieron.
Se podía leer a los costados del vehículo, "Chanchería Don Yaconsi".
Mi tío iba paradito, sujetado por dos bomberos y dos de defensa civil.
-"Ya son las doce, las doce”, grito mi tía Ofelia asomándose a la puerta.
No quedo ni el loro en la vereda, todos corrimos hacia el comedor para brindar.
Nadie supo donde lo llevaron, no es que mi familia se haya desentendido de él, todo lo contrario, se brindó por mi tío Checa.
Quien con el marco incrustado en la cintura, se había convertido en el primer retrato viviente de Papa Noel.





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