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viernes, 29 de mayo de 2015

Libro Locuras Bipolares

Como me comprometí hace unos días hoy comienzo a publicar mi libro.
Subo las primeras dos paginas, la presentación y el primer texto, el resto va a ir dosificado a razón de uno día por medio.
Me intriga muchísimo como lo leen en países tan distintos como Rusia, Estados Unidos, Ucrania, Alemania, Polonia o Moldavia por dar solo algunos ejemplos.
Me pregunto como quedara traducido a estos idiomas muchos Argentinismos, modismos que uso. ¿O habrá tantos Latinoamericanos desparramados por el mundo?
Me encantaría si podes dejarme algún comentario al respecto. Muchísimas Gracias.


Locuras
seralopib/bipolares







Introduccion:

En estas páginas están volcados algunos de mis escritos.
Los denomine escritos cortos, no sabría otra forma de clasificarlos.
Algunos, narraciones de experiencias personales con la enfermedad y el tratamiento.
Otros, cuentos cortos de ficción.
Muchos, divagues y sin sentidos que fueron tomando forma en el papel.
Luego de esta corta presentación a modo de ubicar al lector, quiero dar algunos agradecimientos.

A mi familia, por su contención, por su esfuerzo para tratar de entenderme y poder ayudarme, no es fácil comprender a un paciente psiquiátrico, saber que pasa por mi mente, si hay mente.

A mis amigos, que nunca me abandonaron.

A la licenciada Almaraz, por ser la primer psiquiatra que logro ayudarme y trazar un tratamiento eficaz.

A los médicos del hospital de día SUMA, especialmente a Malena, mi terapeuta de literatura, que introdujo en mí una nueva manía.
La manía de escribir.

1

 Una experiencia en comprimidos



Todo empieza con un par de copas de vino para tratar de dormir, dormir y no pensar.
A la noche es cuando acosan los pensamientos, y los fantasmas, uno tras otro, en fila para atormentar.
Las horas no pasan en la cama, tres, cuatro de la madrugada. Y hay que levantarse a las siete, todas las noches lo mismo, el cerebro no para de mandar imágenes.
A medida que se multiplican los pensamientos, en igual proporción crecen las medidas de tinto tratando de lograr en estos un antídoto.
Un día ya se torna insoportable, un par de ginebras para que sea más efectivo es la idea, pero sobreviene el brote, toda la botella con 24 pastillas de Alplax.
Le sigue un sueño profundo, y las consecuencias, amigos que te encuentran y te lleva al hospital inconsciente, dos veces a la semana psiquiatra, todos los días Risperidona y Valcote.
Una temporada en casa de mi hijo para que pueda controlarme hasta que este estable y pueda volver a mi departamento.
En un tiempo viene la rebeldía, la negación.
"Yo no estoy loco", "porque yo bipolar".
Así abandono las pastillas, solo las tomo de tanto en tanto, el vino más seguido, (que no se entere mi psiquiatra, ni mi familia).
Vuelve a ocurrir, esta vez cerrando el departamento y abriendo la llave del gas, claro, departamento pobre, sin gas natural, y la garrafa se termina antes de lograr su cometido.
¡Zafo, siempre zafo! Y viene el ajuste de pastillas, Valcote y Sertralina dos veces al día.
Dura un tiempo, pero la rebeldía es tozuda. Otra vez la negación a los medicamentos.
Así de a poco vuelve el vino tinto para dormir y no pensar...Otro brote, esta vez 110 pastillas de Valcote regadas con dos ¾.
Le sigue el mejor de los sueños, el más intenso.
Ya nada molesta estoy en paz, (en coma en realidad).
Pero vuelven las consecuencias, aparecen los tres mosqueteros, Alicia, Rodolfo y el Tano, amigos que siempre me rescatan, y de paso me rompen la puerta, (daño colateral), tendrían que tener una llave pienso ahora.
El llanto de mi familia, un mes en terapia intensiva, otro en el neuropsiquiatrico.
"Pase usted", "Permítame revisarle el bolso", "Sírvase un Halopidol".                                                                    
De vez en cuando unas cucharadas horrendas, llamadas refuerzo, cuando el sueño no quiere venir antes de las diez.
Hoy llevo casi dos años en el hospital de día, Me siento bien, estoy estable dice mi psiquiatra, se lo ve fuerte opina mi psicóloga.
Y solo con Quetiapina, Carbamazepina y Lorazepam, que tomo dócilmente cuatro veces al día.
¿Me amigare definitivamente con las pastillas?
Al parecer se han convertido en mi salvoconducto.

           
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