A Cristina le sobra un clavo en la pared, un solo clavo vacío desde que Néstor Kirchner descolgara el cuadro del dictador Jorge Rafael Videla. Con este hecho simbólico comenzó el caballito de batalla K en su relato “progre”, los derechos humanos, derechos que según el gobierno tienen fecha de elaboración y de vencimiento, ya que comienzan en el 76 y terminan rigurosamente en el 83 con la caída de la dictadura.
En esta década ganada tuvimos la desaparición de Julio López, los asesinatos de Mariano Ferreyra, de nuestro compañero Carlos Fuentealba y muchos otros (Qom, Indoamericano, etc.). De eso no se habla, mucho menos se habla de los derechos humanos de los vivos, los petroleros de las Heras que en un juicio bochornoso fueron condenados a cadena perpetua por luchar, o de los trabajadores de la fábrica Gestamp, que están en conflicto en rechazo de sus casi 70 compañeros despedidos y como en las épocas más oscuras del país el gobierno militarizó la fábrica.
Tampoco el gobierno tiene memoria un poco más allá del 76. No forman parte del relato los compañeros asesinados o desaparecidos en el gobierno de Perón, primero a mano de las bandas fascistas de la burocracia sindical peronista y luego de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), etapa que nos ocupa en esta nota.
Un duro golpe al PST
A la medianoche del miércoles 29 de mayo del 74 seis compañeros del PST se encontraban finalizando una reunión en el local de Pacheco; quince matones portando armas largas irrumpieron violentando la puerta algunos y otros entraron por la terraza.
Luego de darles una brutal paliza los obligaron a subir a los autos que tenían estacionados, paso seguido incendiaron el local. Los tres compañeros fueron metidos en los baúles y las tres compañeras en los asientos; a las pocas cuadras fueron bajadas a los golpes.
Al otro día a la mañana fueron encontrados los cuerpos de los compañeros acribillados a balazos. Oscar Dalmasio Meza de 27 años, delegado del Astillero Astarsa, Mario Zidda de 22 años, dirigente estudiantil y Antonio Moses, activista y dirigente estudiantil, hacía dos meses había ingresado a la fábrica Wobron para estar directamente ligado a la clase obrera.
¿Qué dijo el General?
Mientras el conjunto de la clase obrera se enlutaba con la bárbara masacre de Pacheco, una seguidilla de atentados castigaba a militantes y locales partidarios, el gobierno quería hacer pasar el Pacto Social a garrotazos. A los pocos días, el general Perón declaraba: “Hemos dado la más amplia libertad para que estos problemas se discutan; no podemos evitar que entre fracciones, algunas veces, se produzcan hechos lamentables. Sé que ustedes han llegado en un momento en que acaba de producirse un hecho muy desagradable, que tres muchachos han sido asesinados por otro grupo. Son grupos antagónicos, que pelean entre ellos en vez de discutir y acordar, pero eso pasa en todas partes del mundo…” “Si nosotros inyectamos violencia a ese hecho violento, no haríamos sino agitar más las aguas; hay que dejar que se serene y que se sedimente…”. (El Cronista Comercial, 5 de junio).
Si fuese así, que había dos fracciones, sólo el cinismo del General podía dejar pasar que siempre es una la fracción que mata y otra la que muere, los muertos eran siempre del mismo grupo. Activistas obreros, delegados antiburocráticos, militantes del PC, JP o del PST que hacía tan solo quince días había perdido entre las garras fascistas al “Indio” Fernández; ahora nuevamente despedía a tres jóvenes militantes.
La respuesta obrera
Más de cien sindicatos, internas, listas independientes y fábricas se pronunciaron contra la masacre. En Corni y Astarsa hubo huelga general, en Wobron los delegados dijeron a los trabajadores que harían paro de quince minutos; éstos respondieron “sí, sí, quince o veinte minutos”, mientras salían con sus bolsos hacia sus casas.
Hubo paros en Ema, Tensa, Del Carlo, Cormasa, Astilleros Sánchez y muchas otras fábricas, la presión de la base fue tan fuerte que la seccional de la UOM de Vicente López fue prácticamente obligada a decretar paro de quince minutos por turno en todo el gremio, la Federación Gráfica decidió lo mismo.
A pedido del cuerpo de delegados y la asamblea realizada en Astarsa, se velaron los restos del compañero Meza en el cuartel de bomberos de Tigre, más de 1200 obreros de Astarsa, metalúrgicos y navales, de Corni y Cormasa llegaron para homenajearlo. El sábado a la mañana llevaron el féretro envuelto en una bandera roja hasta la puerta de la fábrica donde se realizó un gran acto. Hablaron un compañero de la comisión interna y dos del PST; una vez terminado el homenaje se realizó una asamblea en el mismo lugar, ésta resolvió ir desde allí en micros al local del partido donde estaban siendo velados los otros dos compañeros.
La respuesta de la juventud
En el Comercial Malvinas se congregaron 150 estudiantes y habló un militante de la JSA, (Juventud Socialista de Avanzada), en Filosofía y Letras 400 compañeros respondieron a la convocatoria de una movilización unitaria de todas las organizaciones populares para enfrentar y destruir a los grupos fascistas, en la Facultad de Derecho 400 estudiantes participaron de un acto. Una hora más tarde llegó una delegación de gráficos, más de dos mil estudiantes se fueron ubicando en el aula magna; a esto se sumaron columnas de Medicina, Filosofía y Letras y Ciencias Económicas, llegaron a tres mil los asistentes a este acto. Luego unos cuatrocientos estudiantes se encolumnaron hacia el local del PST, un dirigente del partido les dio la bienvenida y agradeció la solidaridad.
“Aquí velamos a los obreros socialistas asesinados”. Un enorme cartel rojo atravesaba la calle de vereda a vereda. Más de cinco mil personas desbordaron la cuadra del local.
El balcón sirvió de tribuna, la ocuparon 22 representantes de organizaciones políticas, juveniles, sindicatos y delegaciones fabriles. Abrió el acto Eduardo Sorans (Juventud Socialista de Avanzada), seguido por Iglesias (Vanguardia Comunista), Sebastián Roa (Acción Comunista), Marcelo Stubrin (Juventud Radical). Les siguieron muchos otros, entre los que se encontraban dos diputados y un delegado de Astarsa. La gran ausente fue la Juventud Peronista, a pesar que contaban con varios militantes asesinados y atentados a sus locales. Sí estuvo el Peronismo de Base, representando a esta organización habló Jorge Di Pasquale, secretario general del Sindicato de Farmacia.
La correcta política del PST de unidad de acción contra el fascismo quedó plasmada por Nahuel Moreno que habló en nombre de la dirección del partido. Estos fueron los pasajes de su discurso más importantes: “No queremos la unidad de acción para acompañar nuestro cortejo, ¡la queremos para aplastar al fascismo!”(…) “Las bandas fascistas no han hecho distingos entre la JP, el PC o el PST. Su objetivo es quebrar a todas las organizaciones” (…) “Si queremos honrar los muertos del PC, si queremos honrar los muertos de la JP y a nuestros muertos, tenemos también nosotros que sacar nuestra reflexión. Aprendamos del fascismo en Chile, ¡aprendamos que antes de que nos maten ellos tenemos que pararlos nosotros! Por eso la dirección de nuestro partido invita a todas las tendencias aquí presentes y a las que no lo están, para el próximo miércoles a las 19 en nuestro local, empecemos a constituir las brigadas o piquetes antifascistas, obreros y populares, que serán la herramienta con la cual abatamos definitivamente a las bandas fascistas en nuestro país”.
Todos los hechos de la lucha de clases, tanto así los de un gran conflicto triunfante que acaricia nuestra euforia, o los momentos difíciles como la masacre de Pacheco nos dejan sus enseñanzas. Son la acumulación de experiencia histórica de nuestra clase, con sus triunfos y sus derrotas, sus avances y retrocesos. El recordar esta etapa repleta de clasismo, de solidaridad, de luchas y también de reacción, hace a forjar el temple de la nueva generación obrera y partidaria, convirtiéndose a la vez en la mejor manera de homenajear a nuestros compañeros caídos en la lucha por la construcción del partido socialista revolucionario.
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